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Cómo afrontar el retorno a la actividad tras una lesión

Después de sufrir una lesión, tan importante como el tratamiento de recuperación es la fase de readaptación física. Ésta permite al paciente reincorporarse a su actividad diaria (doméstica o deportiva) de forma segura, progresiva y con total normalidad.
Nos encontramos en un momento en el que la práctica de ejercicio físico o de cualquier tipo de deporte parece haberse instalado por fin en la mente de la sociedad como una forma efectiva y lúdica de mejorar su estado de salud e incrementar la calidad de vida. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en el running, que ya sea de forma casual o profesional, es un deporte al que día tras día se le van sumando adeptos que se lanzan a las calles a recorrer kilómetros con el objetivo de desconectar, aliviar tensiones, o simplemente para mantenerse en forma.
Cada vez es más habitual ver a personas que se desplazan diariamente en bicicleta, o cómo algunas modalidades que han hecho su aparición durante los últimos años en todos los gimnasios del país, como por ejemplo el crossfit o el zumba, están arrasando y se han instalado ya de manera definitiva en las rutinas de muchos usuarios que disfrutan practicando deporte.
Practicar deporte es sinónimo de salud, siempre y cuando se realice de manera correcta, y es una de las mejores formas de empezar a cuidarse. Sin lugar a dudas el hecho de que su práctica se haya extendido en la sociedad es una muy buena noticia, aunque por desgracia no lo ha hecho del mismo modo el interés por prevenir las lesiones asociadas a su práctica.

La prevención es clave

Una lesión supone un gran obstáculo en el desarrollo de cualquier tipo de actividad, no solo deportiva sino también en la rutina diaria y laboral de casi cualquier persona. Superarla requiere de tiempo y un tratamiento adecuado, y en muchas ocasiones puede afectar al paciente no solo a nivel físico sino también a nivel mental. Es habitual en personas que practican deporte de manera recurrente que durante un periodo de inactividad provocado por lesión, puedan sufrir diferentes tipo de trastornos psicológicos como por ejemplo depresión, inseguridad o la incertidumbre por cómo será retomar la actividad. Es por ello que la mejor solución es la prevención.
Si bien es cierto que evitar una lesión es una tarea muy complicada, por no decir casi imposible, sí que se pueden minimizar sus riesgos si se atienden los primeros síntomas y se consulta a un médico especializado en cuanto éstos se producen. El objetivo es el de determinar las causas y el grado de la afección, así como las posibles consecuencias. De este modo, podremos adaptar la intensidad de nuestra actividad para así evitar empeorar la lesión y tratarla a tiempo, minimizando sus consecuencias y disminuyendo su duración.
Si por el contrario no se ha podido localizar y tratar la lesión con la aparición de los primeros síntomas, el especialista deberá sentar las bases del tratamiento, normalmente multidisciplinar, para una correcta recuperación de toda la estructura asociada y minimizando otras consecuencias asociadas, así como por ejemplo la pérdida de tono muscular y/o movilidad.

La fase de readaptación es tan importante como la de recuperación

Aunque el tratamiento permita reducir el dolor, la inflamación y recuperar la movilidad de la zona afectada, esto no es sino el principio del proceso de recuperación, pues debemos tener en cuenta que el periodo de inactividad pasa factura en términos de pérdida de fuerza, movilidad, elasticidad etc. Así pues, la fase que sigue tras el tratamiento es la readaptación física. En esta fase el readaptador se ocupa de preparar al paciente para evitar recaídas o una afección de mayor grado así como su reincorporación a la actividad de forma progresiva.
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Para el deportista, la readaptación física supone capacitar al cuerpo, especialmente la zona lesionada, para alcanzar el tono y la intensidad que tenía antes de la lesión a través de un entrenamiento específico.
Pero la readaptación no solo es necesaria en el ámbito del deporte, también es muy positiva para cualquier paciente o lesión y le permitirá volver a desarrollar su actividad (doméstica, laboral, etc.) de forma segura y con total normalidad.
En resumen, una lesión llega incluso a afectar a la cotidianidad del paciente. Es por esto por lo que el tratamiento y la posterior fase de readaptación son fundamentales para la reincorporación del paciente a su habitual pauta de actividad.

Posted at 11Ago 14:38h in Ergodinámica 

Salud digestiva - Ardor

La acidez estomacal, conocida como pirosis o ardor, es una sensación de quemazón localizada detrás del esternón.

Suele empeorar.... después de comer, cuando uno esta acostado o inclinada.

¿Qué la causa?

La exposición del esófago a los contenidos ácidos del estomago suele ser la principal causa del ardor. Aunque en algunos casos los pacientes muestran una exposición normal del esófago al acido y es posible que haya una hipersensibilidad de los nervios que se distribuye en la mucosa esofágica.

El 90-95% de las personas que experimentan acidez gástrica controlan sus síntomas automedicándose. Especialmente cuando el síntoma es ocasional puede controlarse mediante:

  1. Consejos higiénico - dietéticos.
  2. Medicamentos de indicación farmacéutica
1. Consejos higiénico - dietéticos.

  • Evitar la obesidad y el sobrepeso.
  • Evitar las comidas copiosas, procurando comer menos abundante y mas frecuente, entre 5 y 6 comidas diarias.
  • Dedicar tiempo a la comida (entre 20 y 45 minutos por lo menos). Masticar suficientemente los alimentos.
  • Detectar y evitar aquellos alimentos que le puedan producir estos síntomas, debido a que disminuye la presión del esfínter esofaríngeo inferior: 
                    -. Comidas con alto contenido en grasa, fritas y muy condimentadas                             con especias, chocolate, productos con tomate, zumos y frutas                                   acidas.
                      -. Alcohol, café, te y bebidas gaseosas o con cafeína, menta y cola.
  • En caso de tener ardores durante la noche elevar el cabecero de la cama 20cm y evitar la posición decúbito postprandial. El recostarse sobre el lado izquierdo facilita el vaciado gástrico.
  • No fumar. El tabaco disminuye la presión del esfínter esofágico inferior.
  • Controla el estrés.
  • No realizar ejercicio físico extremo (aumenta la acidez) después de comer.
  • Evitar ropa ajustada y cinturones apretados.

Criterios de derivación al medico.

  • Situaciones especiales como el embarazo la lactancia, <6 años o >60 años, pluripatologías.
  • Síntomas de alarma como: anemia o signos de debilidad, tos nocturna, disnea, dolor intenso o epigástrico, adelgazamiento importante.
  • Duración de los síntomas y recurrencia (> 1 mes).
  • Ineficacia del tratamiento, en caso de que lo hubiera.